Montse Rios Ortega
Biografía
MI HISTORIA
Soy Montse Rios. Nací en Barcelona el 24 de septiembre del año 1983.
Si tengo que presentarme algo mejor os diré que cuando me preguntaban qué quería ser de mayor; después de haber querido ser princesa, diseñadora y/o cantante-actriz, decidí que lo que más me gustaba hacer era escribir y decía: quiero ser escritora. Plasmar en palabras aquello que se amontonaba en mi cabeza. Aquellos cuentos e historias que imaginaba y que tenía que dar forma sí o sí. Quizá los adultos me miraban raro.
Recuerdo que tuve un ordenador IBM con procesador MS2, un Microsorf arcaico que tardaba veinte minutos en cargar y un teclado grande de teclas duras y firmes. Lo instalaron en una habitación que hasta este momento había sido solo para almacenar trastos. Había poca luz en la estancia, recuerdo el halo verde que profería la pantalla, grande y cuadrada.
Escribí algo en aquella época que me tenía alucinada: Asesinatos en serie. Iba sobre una mujer detective que se llamaba Penélope e investigaba asesinatos. Así de simple y no recuerdo más. Debería tener unos doce o trece años entonces.
Después de aquello, empecé a escribir Alrededor de la mente, solo que nada tenía que ver con la novela publicada en 2020. Mi Alrededor de la mente de los trece años era fantasía, pura magia: cinco chicas que se juntaban para conjurar al demonio y crear una existencia perfecta. Conseguían todo lo que querían conjurando a los espíritus. Influencia de la película Jóvenes y Brujas, de Jane Simpson de 1996, que para quienes la vimos a esa edad… lo flipamos. ¡Qué dulce la inocencia de aquellos años! Cuando todo era posible.
Aquella sensación de libertad cuando escribía bajo el embrujo del halo verde que profería mi pantalla no era comparable con nada. Ni los juegos, ni las excursiones, ni los amigos. Tenía trece años y me encerraba a escribir. Era como abandonar la realidad o crear una propia. Todo era posible mientras tecleaba: me podía llamar Claudia o Penélope y podía ser detective, bruja o asesina: fascinante. Pensé que así quería sentirme el resto de mi vida. Quería ser libre para ser quién quisiera, siempre. Y vente años después de descubrir ese estado de éxtasis, sigo enganchada al placer de escribir.
Alguien me dijo que tenía que estudiar mucho para poder ser una gran escritora. Y eso quise hacer, pero solo si las clases eran de literatura y podía dejar volar mi imaginación. Esperé a hacerme un poco más mayor para las clases de escritura creativa y novela, que me aportaron, a parte muy buenos momentos, unos conocimientos básicos y unas ganas terribles de dedicarme a esto. Luego hice varios cursos de guion cinematográfico y documental, que marcaron mi estilo literario con una narrativa muy dinámica, que fluye con naturalidad y me ayuda a crear personajes que llegan al alma. Como Ariadna Cuéllar, la colombiana. Escribir La Colombiana fue la aventura de mi juventud. Con ella aprendí a luchar, a amar, a perder y a conquistar. Hasta que al final, gracias a mi madre Montserrat y todo un séquito de amigos y familiares que siempre han apoyado esta locura mía, me puse en contacto con la editorial Círculo Rojo y enseguida se pusieron en marcha.
Presenté La Colombiana en la librería NOVECENTO de mi barrio, en Gracia, Barcelona, que ahora ya no existe; como muchas otras cosas de este barrio que está mutando año tras año, para mí, perdiendo su esencia. Podéis ver las fotos en la galería. Estaba aterrada, pero resultó ser un día precioso en el que todos mis allegados me vieron culminar un sueño. Tenía una novela publicada en mis manos y conseguí que muchos otros la disfrutaran.
Han pasado 8 años desde ese momento y yo seguía escribiendo ese Alrededor de la mente que nada tenía que ver con aquella historia de espíritus que inventé a los trece años, pero de la que me quedé a Melania y ese título tan sugerente. De niña creía que era alucinante y lo sigo creyendo ahora, solo que ahora soy adulta y la historia que cuento es una dicotomía entre el bien y el mal. Unos conceptos con los que he tratado durante toda mi vida, buscando un entremedio entre la educación católica que recibí y una moral muy mía, que me ha ayudado mucho a crear a Cecilia. Siempre tan racional e incrédula.
Ya no os desvelo más, porque tenéis que leerlo.
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